El estacionamiento en batería es un tipo de plaza muy común en los parkings de la Capital. Aunque menos cómodos que los oblicuos, estos aparcamientos son beneficiosos para los conductores y el tráfico vial en general, debido a su reducido tamaño, mínima invasión de la acera y visibilidad óptima para acceder y desalojar la plaza.

 

Estas plazas, presentes en cualquier parking en Madrid centro, permiten estacionar el vehículo en sentido perpendicular a la calzada. Dependiendo de la maniobra realizada —marcha atrás o hacia adelante—, el capó o el maletero quedan hacia la parte interior de la plaza, mientras que las puertas y laterales del vehículo permanecen flanqueados por columnas u otros vehículos.

 

Aparcar en batería requiere, en primer término, la señalización adecuada de la maniobra activando los intermitentes. Un porcentaje significativo de las colisiones entre vehículo se produce en parkings, por lo que esta medida de precaución no es gratuita, sino que puede evitar situaciones de emergencia.

 

Tras informar de la maniobra al resto de conductores, se procederá a situar la parte trasera del vehículo en línea con el parachoques izquierdo del coche estacionado a la derecha de la plaza. Al realizar esta operación, se procurará respetar una distancia mínima de seguridad, de medio metro aproximadamente. El uso de sistemas de aparcamiento inteligente (acústicos, con cámaras, etcétera) ayuda a reducir el riesgo de rozar o colisionar contra los obstáculos, viandantes o coches próximos a la plaza de aparcamiento.

 

A continuación, el conductor practicará un giro completo en la dirección en que se desee estacionar, circulando marcha atrás con lentitud e introduciendo el vehículo con especial cuidado hasta rebasar la esquina trasera o delantera (dependiendo de su posición) del coche ya estacionado. Superado este punto, podrá comenzarse a enderezar el volante, manteniendo la distancia a derecha e izquierda, hasta que el vehículo quede en posición perpendicular con la calzada.