1) Pañales de tela contra los pañales desechables. Uno de los productos bebes que más dinero suponen para la economía familiar y que más contaminan son los pañales desechables.

Tanto para poder ahorrar como por conciencia ecológica, muchos padres han decidido volver a recurrir a los pañales de tela, pero en sus nuevas versiones mucho más cómodas, más efectivas e incluso muy bonitas.

Los empapadores ecológicos desechables ayudan a que el bebé esté siempre seco. Y existen bolsas herméticas para poder guardar el pañal sucio sin que huela toda la bolsa del niño cuando tenemos que cambiarlo fuera de casa.

2) Chupete de caucho contra los chupetes convencionales. El caucho es muy ecológico pero además, los chupetes realizados en este material son de una sola pieza. Esto garantiza que no se pueda meter ningún tipo de porquería en ninguna ranura o unión.

Estos chupetes no son tan bonitos como otros realizados en plástico y con la tetina unida, pero son mucho más eficaces, más ecológicos y sobre todo, mucho más seguros porque incluso pueden hervirse para desinfectarse.

Acostumbra a tu bebé a los chupetes de caucho desde el primer día para que no extrañe otros materiales.

3) Potitos caseros contra los envasados. Los potitos envasados siguen unos estrictos controles, no solo en su elaboración, también en el origen de los ingredientes que contienen.

No obstante, los potitos caseros permiten que el niño se acostumbre mejor al sabor de la comida real y además permite ir incorporando gradualmente los tropezones a gusto del niño.

Hoy es fácil hacerlos, ya que hay robots de cocina que los preparan sin esfuerzo y se pueden envasar al vacío en casa, aguantando muchos días.

4) Hamaca en lugar de cuna.  En lugar de la típica cuna de toda la vida algunos padres están empezando a optar por una hamaca para los primeros meses de vida del bebé. Dado que ocupa menos sitio pueden colocarla en el dormitorio y acunar al niño si llora.

Las que están realizadas en algodón orgánico son las más indicadas para los pequeños. Pueden usarlas desde que nacen hasta que tienen aproximadamente cuatro meses, que es cuando suelen tener fuerza para darse la vuelta o moverse, poniendo en peligro la estabilidad.

En cualquier caso, estas hamacas son especiales para niños y no son como las de los adultos, por lo que resultan mucho más seguras.