No tenemos mucha queja de cómo se porta el peque en los médicos, suele ser bastante colaborativo, incluso cuando hubo que ponerse las vacunas obligatorias de los más pequeños. Pero el dentista siempre es otra cosa. Eso de ponerse en la silla del dentista y estar con la boca abierta siempre es un poco extraño, hasta para un adulto, así que no será menos para un niño. Sobre todo, si es como el nuestro que no puede parar quieto.

Por eso tuvimos mucho cuidado a la hora de buscar dentista, rastreando clinica dental en santiago de compostela que fuera especialista en niños. Tanto mi mujer como yo vamos a dentistas diferentes por cuestiones del seguro médico. Y ninguno de los dos estábamos muy convencidos con esas clínicas para el peque. Así que buscamos algo un poco más específico.

Porque hay personas con un don para tratar con los niños. Lo hemos visto muchas veces en los propios médicos. Nosotros sabemos (más o menos) tratar con nuestro hijo, porque es nuestro. Pero ni mujer ni yo tenemos el “don”: no somos muy niñeros. Y con los médicos pasa igual. Hemos estado en algunos que, como si tuvieran una flauta como el de Hamelín, lo seda y se relaja. Y luego otros que caen pronto presa del pánico y quieren librarse de los peques lo antes posible.

Así pues, nosotros queríamos encontrar una clínica dental en Santiago de Compostela que tuviese buena mano con los peques y creo que la hemos encontrado. Teníamos buenas referencias de una amiga de mi mujer y probamos. Era la primera visita y estábamos un poco temerosos porque mi mujer tuvo algunos problemas con la dentadura cuando era pequeña y creía que nuestro peque lo podía heredar. 

Pero, en principio, la primera visita fue bien. No nos dijeron nada importante, aunque sí nos comentaron que había que hacer una revisión cada seis meses, algo que pensábamos que era cada más tiempo. Pero si se trata de la dentadura, mejor prevenir que curar. Que yo podría poner unos cuántos ejemplos de cómo la dejadez con el dentista se transforma en facturas con muchos ceros…