La experiencia de nuestros vecinos con su rehabilitación había sido buena y nos recomendaron que pidiésemos la misma subvención que ellos. Era un poco fastidioso a nivel burocrático pero, al final, les había servido para conseguir un buen dinero con el que reducir el importante gasto que conlleva una reforma de una vivienda.

Vivimos en un chalet desde hace casi diez años. Lo compramos de segunda mano en bastante buen estado, pero con el tiempo algunas partes se han ido deteriorando. Las administraciones están intentando ayudar a conseguir que el parque inmobiliario residencial sea más sostenible y por eso, se supone, han habilitado unas subvenciones de las que se beneficiaron nuestros vecinos.

Pero en nuestro caso todo fue mucho más complicado. Efectivamente, el proceso fue bastante farragoso ya desde el principio a la hora de presentar toda la documentación. Se suponía que un técnico de la Comunidad debía acudir a nuestra casa para crear un informe sobre la situación y atestiguar el tipo de rehabilitacion de vivienda que se haría con el objetivo de mejorar la sostenibilidad energética.

Toda esa terminología suena muy bien cuando lo usan las administraciones, pero cuando llega la hora de la verdad todo se explica de una forma mucho más sencilla: con dinero. Lo primero es que el técnico tardó meses en aparecer por nuestra vivienda, excusándose la administración con el exceso de carga de trabajo y la falta de recursos públicos.

Y cuando parecía que la rehabilitacion de vivienda ya echaba a andar, nos encontramos en el periódico con una noticia que nos dejó a cuadros: se suspendían las ayudas para la construcción y rehabilitación de viviendas por agotamiento del presupuesto. Nos pusimos en contacto con la administración y nos dijeron que debíamos esperar a que se elaborara un nuevo presupuesto, tras el cual se convocarían nuevas ayudas.

¿Conclusión? Tuvimos que hacer la reforma usando solo nuestros propios recursos y olvidándonos de subvenciones que nunca llegan. Lo único bueno de aquello es que no tuvimos que esperar que ningún técnico nos diera el OK: lo hicimos a nuestra manera y se acabó.