El salón de mi casa hace años que dejó de ser un espacio de descanso y relax. Un buen día decidimos colocarle a nuestro hijo un armario con juguetes en esta zona de la casa y clavó su bandera: “este es mi sitio, esta es mi zona de juegos; papá, búscate la vida por ahí”. Y papá, desde aquel momento, vaga como alma en pena por la casa sin saber dónde depositar su trasero para descansar.
Además, en mi casa solo hay una televisión. Es verdad que hoy en día con los dispositivos móviles puedes ver lo que sea en cualquier lugar, pero para mí no es lo mismo: no soy un millennial, a mí me gusta sentarme en el sofá delante de la tele, zapear y todo eso. Pero eso, como digo, pasó a la historia.
Y como nunca es suficiente para un niño ni para su madre, hace poco se buscó una tienda online hogar para completar la zona de juegos del chaval. En el salón solo había un espacio por ocupar: el mirador. Es uno de los elementos que más me gusta de la casa. De hecho, en su día pensé en colocar ahí una butaca con una mesita para sentarme y disfrutar del silencio y las vistas. Vistas ya tenemos menos, porque ha vuelto la burbuja inmobiliaria y lo que veo ahora son infinidad de grúas que se afanan en construir urbanizaciones y edificios de oficinas. Y silencio, tampoco: cuando las grúas dejan de tocar las narices llega un terremoto en forma de niño.
Pues bien: ese mirador del que ya no disfrutaba ha sido ocupado por una pequeña mesa y dos sillas… para niño, claro. Mi mujer miró en una tienda online hogar y encontró una de esas ofertas que “no se pueden rechazar”. La mesa es amarilla con dibujos de animales, y las sillas también tienen forma de animales: una jirafa y una cebra, aunque a la cebra nuestro hijo la llama vaca…
Pero no hay mal que por bien no venga, por fin me siento en el mirador: mi hijo me ha adjudicado la silla en forma de “vaca” y pasamos la tarde ahí, dibujando y mirando grúas por el ventanal.