El hígado puede sufrir cáncer que se origine en el mismo órgano. En este caso se conoce como carcinoma hepatocelular. Pero también puede sufrir cáncer debido a la diseminación de las células cancerígenas procedentes de otra zona, lo que es metastasis en el higado.
Son muchos los tipos de cáncer que pueden acabar convirtiéndose en metástasis y llegar al hígado. Los más frecuentes son los que están más cerca de este órgano, como el cáncer de estómago, el pulmonar o el de intestino. Pero hay que tener claro que una vez que las células cancerígenas han afectado al sistema linfático, pueden acabar en cualquier otra parte del cuerpo por alejada que pueda parecer.
Cuando se sufre un cáncer hay que extirparlo totalmente siempre que esto sea posible. Lo habitual es que no solo se quite lo afectado, sino que se limpie la zona adyacente siempre que sea posible. Esto va a depender del tipo de cáncer y de lo avanzado que pueda estar. Se trata de que no queden células malignas en el tejido que puedan continuar con su avance.
Tras esto, los médicos valorarán la quimioterapia, que es un tratamiento que, precisamente, está destinado a erradicar cualquier célula tumoral que pueda haber quedado por la zona, previniendo así la aparición de metástasis en otras partes del cuerpo. Esta limpieza es más sencilla de realizar en algunas partes del cuerpo que en otras y no siempre es lo más aconsejable ya que el daño puede ser superior al beneficio.
No obstante, el éxito en el tratamiento del cáncer va a depender del estado en el que esté cuando se diagnostique. No es lo mismo tratar algo que está en sus inicios que una enfermedad ya avanzada. Pero nunca hay garantías y en algunos casos la metástasis aparece años después de que se haya limpiado la zona original donde apareció el mal y tras haber pensado que se había ganado la batalla de una forma definitiva.
Cuando el cáncer está localizado en una zona concreta del hígado y no se ha diseminado es más o menos sencillo tratarlo cortando esa parte del órgano, ya que el hígado puede regenerarse. Pero cada caso debe de tratarse de manera individualizada, estudiando su caso, sus antecedentes y el estado actual de salud de la persona, que va a ser determinante en el tratamiento que se le aconseje llevar a cabo.