Ni mi mujer ni yo somos personas muy “derrochadoras”. No es tanto que nos guste ahorrar, sino que no disfrutamos comprando y gastando permanentemente. Pero es cierto que, de vez en cuando, apetece hacer algo diferente, concedernos un capricho y disfrutar de una experiencia satisfactoria que nos saque un poco de la rutina. Y es que vivimos en una rutina bastante pesada en ocasiones: trabajar, ocuparse de los niños, dormir, y vuelta a empezar. Por eso agradecimos tanto el último viaje a Asturias.
Los abuelos se quedaron un fin de semana con los niños y nosotros aprovechamos para hacer una escapada a Asturias. Y teníamos claro que una de nuestras prioridades sería disfrutar de su gastronomía. Porque somos fanáticos del pescado y el marisco. Cuando podemos, o sea muy de vez en cuando, vamos a Madrid a algún restaurante especializado en esta clase de comida. No nos importa que, en ocasiones, tengan mariscos congelados para hosteleria porque se pueden hacer también así platos deliciosos. Pero ya que esta vez vamos a la “fuente” nos apetecía ir a un restaurante que ofrezca el marisco bien fresco.
Pero tal como están las cosas, esta clase de menús son bastante caros. Y eso que Asturias tiene fama de barato, y lo suele ser, pero no nos pilla de sorpresa. Es lo bueno de internet, que ya puedes ir preparado para los precios si eliges el restaurante por adelantado. Y eso hicimos nosotros acudiendo a uno en la noche del sábado que tenía muy buena nota en las diferentes webs de valoraciones. Desde luego que no era un lugar barato, pero era lo que en este caso buscábamos: dejar para Madrid los mariscos congelados para hostelería y probar algo recién salido del Cantábrico.
Casi hasta teníamos decidido de antemano lo que íbamos a tomar: una buena parrillada de marisco probando de primero una sopa también de marisco. Y después, para rematar, un arroz con leche típico de Asturias. ¡Menuda velada! Si es que hay veces que hay que escapar de la rutina como sea, aunque suponga un buen pellizco de dinero.