Hacia las 8 la casa se paraliza: llega el momento de la cena del niño. Desde hace meses ya debe comer sólido, incluso nos han dicho que hay niños de su edad que ya no comen puré, pero el nuestro va por libre. Casi todos los peques que conocemos, ya sean sobrinos, hijos de amigos o compañeros de guardería son los típicos tragones. Los padres suelen decir que se lo comen todo y bla bla bla. Pues el nuestro no, no se lo come todo ni mucho menos: es un sibarita.
Cuando empezamos a meternos con la Alimentación para bebés no nos parecía tan complicado, sobre todo porque en los primeros seis meses de vida pueden alimentarse exclusivamente con leche materna. No había ni que comprar leche… En esa etapa, al menos con la alimentación, el niño nos salió baratito. Pero mi mujer tuvo que exprimirse al máximo… y perdón por el chiste fácil.
Sin embargo, tras los seis primeros meses llegan cambios. Bueno, en realidad, con un niño no te puedes acostumbrar a nada, porque al día siguiente todo cambia otra vez. La alimentación complementaria es un gran paso. Los bebés necesitan más nutrientes que los que proporcionan la leche que, por supuesto, debe seguir tomando. Y entonces llegan las cenas que antes solo consistía en un biberón o dos, o un poco de teta…
Con la alimentación para bebés uno debe poner a prueba sus dotes culinarias, sobre todo si tienes un niño como el nuestro que necesita casi todas las noches una especie de menú degustación de varios platos. A lo mejor le preparas una sopa con todo el cariño y ese día pues no, ese día prefiere el pescado que no quiso el día anterior. Y así todo.
Tras sucesivos fracasos y lanzamiento de trozos de comida al suelo del salón, empezamos a aprender la lección. Y casi todas las noches tenemos varios tipos de comida preparada. Que no le apetece la sopa, pues ahí tienes el pescado. ¿Tampoco? Pues toma puré de arroz y zanahorias. Ahora el niño no se nos escapa sin cenar…