Los relojes inteligentes o smartwatches son el último grito tecnológico. Desde la eclosión de este mercado hace una década, todas las grandes marcas han evolucionado las prestaciones de estos dispositivos. Hoy sus capacidades no dejan indiferente. Consultar el parte meteorológico en el reloj en directo, efectuar pagos sin contacto o gestionar la domótica del hogar son algunas de sus funciones más desconocidas e innovadoras.

¿Lloverá mañana? La respuesta a esta simple pregunta no está ya —en exclusiva, al menos— en el «hombre» del tiempo. Ventusky y otras aplicaciones disponibles para Wear OS y watchOS permiten obtener información meteorológica en tiempo real con un simple movimiento de muñeca. Su interfaz incluye radares, mapas de vientos, gráficos con temperaturas, etcétera, de forma visual e intuitiva.

La geolocalización es otra función que aprovecha la transferencia de datos vía WiFi de los smartwatches. Sus utilidades son diversas: medición de distancias, registro de itinerarios y rutas, etc.

La conexión a internet también permite recibir y efectuar llamadas a través de este dispositivo. Durante el ejercicio físico o en ciertas situaciones laborales, hacer un touch en el reloj es más cómodo y práctico que manipular el teléfono móvil. Además, es una característica que respalda las funciones del smartphone, lo cual es útil en caso de agotarse su batería o de sufrir una avería.

Los pagos sin contacto o contactless están lejos de ser una novedad, pero procesarlos con un aparato de escasos sesenta gramos se adentra en el terreno de la ciencia ficción. Los relojes inteligentes integran esta tecnología y permite pagar aproximando la muñeca a un terminal de cobro.

La domótica (alarmas, altavoces inteligentes, etc.) también puede administrarse desde relojes inteligentes. Sin estar físicamente en su domicilio, el usuario puede interactuar con sus sistemas domóticos gracias a los comandos de voz que reconocen estos relojes avanzados.